Sentir la naturaleza es un regalo divino que me ha traído el destino pues en mi jardín empieza. Hoy he visto, con destreza, a una paloma volar; quería recolectar para su nido ramitas, y a sus crías pequeñitas así poder anidar.
Hace unos días, estaba yo charlando con mi compañera Carmen Azparren, poeta, compañera de mi grupo de décimas«DÉCIMAS ENTRE AMIGOS» y se me vino a la mente una de mis profesoras de primaria, la señorita Cristina.
Esto llevó a una conversación en décimas entre cuatro miembros de la comunidad de amigos, que me echan una mano en la administración /moderación del grupo, de donde, en un abrir y cerrar de ojos, surgieron éstas décimas «Unas palabras para nuestros profesores»
Pero yo me quedé con ganas de más y le escribí éstas décimas a mi profesora.
La Señorita Cristina
Ella era una gran señora elegante y educada, siempre iba maquillada, mi querida profesora. No puedo negar, que ahora, la recuerdo con cariño pues ella supuso un guiño en mis ganas de aprender, con su esfuerzo y buen hacer: Al resultado me ciño.
Hace ya unos pocos años de esto que estamos hablando; estaba yo recordando como ella hablaba, segura. Gracias a ella, mi cultura se engrandeció, con el gusto por lo perfecto, y es justo que le rinda este homenaje. Ella fue un gran personaje con un criterio robusto.
Delicada en el lenguaje, con excelente dicción, y mejor pronunciación era excelsa, sin ambage. Ella llenó mi equipaje, que traigo hasta nuestros días. Me proporciona alegrías saber escribir con juicio de lo que me beneficio componiendo mis poesías.
Saber quien es esa persona que te eleva a ese que llaman el séptimo cielo, pero que no está tan lejos, sino entre vosotros, en vuestros cuerpos, en las más pequeñas células de vuestra piel.
Sentir que esa mirada te penetra a la vez que vuestras lenguas se debaten en esa lucha placentera y que de ellas y del fondo de vuestra garganta saldrán, como despedidos por un impulso irrefrenable, todos esos íntimos deseos que comparten en público secreto las neuronas más traviesas que habitan vuestras mentes.
Volar, dejar volar, flotar los cuerpos, conscientes, pero livianos, porque obedecen a todas esas neuronas y sólo sentís vuestra mente en esos momentos, y vuestras neuronas gobiernan vuestra mente y se hacen fuertes e irrefrenables en sus deseos, a los cuales no os podéis, ni debéis, resistir ni oponer, porque cada fracción ínfima de tiempo que no disfrutemos ya no vuelve, ya es pasado y el pasado no se disfruta, sólo se puede recordar.
Y bien sea el séptimo o el primero (de los cielos), hay que dejarse elevar, vivir cada experiencia enriquecedora, loca, audaz, frenética, sexual, sensual, vivir con cada neurona y cada átomo de vuestro ser.
Desechar lo malo y aprender lo bueno, volar sobre lo malo y hacia todo lo que para nosotros y nuestras sensaciones sea positivo. Sentiros bien, en definitiva…¡Volar!
Volar y quedaros con esa sensación que se tiene en los buenos momentos de que podemos disfrutar y que tenemos ese poder de ser felices y estar por encima de TODO.