Saber quien es esa persona que te eleva a ese que llaman el séptimo cielo, pero que no está tan lejos, sino entre vosotros, en vuestros cuerpos, en las más pequeñas células de vuestra piel.
Sentir que esa mirada te penetra a la vez que vuestras lenguas se debaten en esa lucha placentera y que de ellas y del fondo de vuestra garganta saldrán, como despedidos por un impulso irrefrenable, todos esos íntimos deseos que comparten en público secreto las neuronas más traviesas que habitan vuestras mentes.
Volar, dejar volar, flotar los cuerpos, conscientes, pero livianos, porque obedecen a todas esas neuronas y sólo sentís vuestra mente en esos momentos, y vuestras neuronas gobiernan vuestra mente y se hacen fuertes e irrefrenables en sus deseos, a los cuales no os podéis, ni debéis, resistir ni oponer, porque cada fracción ínfima de tiempo que no disfrutemos ya no vuelve, ya es pasado y el pasado no se disfruta, sólo se puede recordar.
Y bien sea el séptimo o el primero (de los cielos), hay que dejarse elevar, vivir cada experiencia enriquecedora, loca, audaz, frenética, sexual, sensual, vivir con cada neurona y cada átomo de vuestro ser.
Desechar lo malo y aprender lo bueno, volar sobre lo malo y hacia todo lo que para nosotros y nuestras sensaciones sea positivo. Sentiros bien, en definitiva…¡Volar!
Volar y quedaros con esa sensación que se tiene en los buenos momentos de que podemos disfrutar y que tenemos ese poder de ser felices y estar por encima de TODO.
Beatriz Barragán Fernández Ⓒ 9.06.2020
VOLAR. Ilustración en rotuladores calibrados. Creative Commons
Aunque, siendo muy “triste” lo que está aconteciendo en estos últimos meses a causa del coronavirus, las muertes, las pérdidas económicas, de empleo, etc…, se ha constatado fehacientemente que los niveles de contaminación han caído en picado debido al estado de alarma y el consiguiente confinamiento y parón en la actividad industrial, así como en el tráfico, tanto de vehículos como de barcos y aviones.
Así mismo y en consecuencia, la fauna y la naturaleza en general, han disfrutado de un respiro, aunque “tristemente” será breve, ya que en el momento en que los humanos volvamos a nuestra “nueva normalidad”, esta “tristeza” *(contaminación) volverá a adueñarse de TODO.
Es por eso el uso reiterado de la palabra “triste”, tanto en el título como en las rimas de este soneto.