RÁFAGA.
Me rozas los sentidos sin tocarme nada más que los oídos a ritmo de palabras sensuales que despiertan mis más carnales instintos.
Y así cuando acaricias mis caderas acompañando nuestros movimientos empieza a recorrer todo mi cuerpo una ráfaga que eriza cada vello.
Los ojos entornados se suceden de miradas profundas y atrevidas y de nuevo sentimos las caricias de palabras certeras que subidas de tono alborotan nuestros cuerpos en idas y venidas.
Y miles de explosiones se suceden cuando vas despacio recorriendo mi cuerpo de mi boca hasta el ombligo para acabar besándome los labios.
Es esa chispa que prende la mecha y va recorriendo mi cuerpo en una onda en aumento desde el punto más profundo hasta que en un gran lamento me prendo fuego.
Beatriz Barragán Fernández © 17.5.2020

